domingo, 31 de mayo de 2009

Nuestro mundo...

MI AMIGA es ...ayyyshh tan inteligente! Como siempre!
Preciosos los mapas satelitales!!! Maravillosa manera de graficar claramente en cuántas partes se dividía todo lo que nosotras conocíamos como Universo en los años 70s, al menos mi casi exclusivo universo porque yo viví casi toda mi vida en Hudson y cada tanto a vos te mudaban y...ay...las cosas más difíciles para mí era soportar el día que te ibas a vivir oootra vez a ootro lado!

Para mí el mundo era el campo frente mi casa, infinito, ilimitado, siempre me colgaba a imaginarme que quizás terminaba en un enorme precipicio oscuro sin fin.

“El otro lado” de la vía del tren, por el que llegábamos cruzando el campo a la izquierda de nuestras casas atravesando el bosque lleno de eucaliptos y palmeras.
Cómo en el 76-77 nos llevaban al jardín de infantes de la escuela del “otro lado”, las mamis nos llevaban por el campito que en esa época estaba repleto de cultivos de tomates, lechuga, zapallitos, zapallos, y teníamos que andar esquivando los chorros de agua cuando regaban los cultivos, era re-divertido porque cuando el chorrito de agua se movía para un costado, nuestras mamás nos tomaban la mano y nos decían...AHORA! y corríamos todas unos metros para pasar y el chorrito de agua volvía otra vez, detrás a nuestras espaldas!


Tengo presente el recuerdo de estar corriendo de la mano con mamá, Cristina y María Carla...y los sonidos de nuestras risas, los chorritos de agua que iban y venían, el olor a humus negro bien húmedo, los tomates gigantes rojos, el olor a eucalipto..también el recuerdo de hacer ese trayecto con vos durante el invierno vistiendo nuestros ponchos peluditos y calentitos!

Lo que me quedó impregnado en la memoria es el olor a tierra aceitosa de la calle de tierra que iba paralela a la vía del tren! Es increíble cómo me quedó grabada la imagen de que cuando llovía ese camino no absorbía mucho el agua y quedaban como charcos de aceite. Muy extraño!
Desde casa, mirando hacia el interminable horizonte, detrás de los árboles que se veían leeeejoss...a la noche siempre se veía un resplandor de luz que venía de las destilerías que están en la zona de Ensenada, La Plata, a unos cuantos kilómetros hacia el sur.
A mi me impresionaba porque era un resplandor de luz que cubría todo el horizonte y se movía como si el aire se estuviera prendiendo fuego y estaba siempre danzando.

En los 70s no vivía mucha gente en Hudson, así que no había tantas luces como ahora.
A la noche teníamos el cielo bien, pero bien oscuro y se podía ver toda la vía láctea! Y en verano por las noches todo se llena de luciérnagas!!
(aprendí algo sobre las estrellas cuando eramos chiquitas y por tu casa anda dando vueltas ese libro de Astronomía, al que espero poder volver a ver y dedicarle un tiempito para leerlo y escribir un homenaje a ese fascinante libro que a mí me hizo crash! Recuerdo que por un tiempo cada vez que me animaba le preguntaba a Roberto que significaba el INFINITO porque no podía terminar de comprenderlo!)
A medida que íbamos creciendo tomábamos coraje para explorar el campo cada vez un poco más lejos.
El sueño era poder llegar un día arribar sin compañía de nadie “grande” hasta “el molino” que se veía chiquito y tan pero tan lejano desde la ventana de la cocina de mi casa.

¡No sabés la inmensa felicidad que sentí el día que junto con Pauli, Cristian y Estela caminando, caminando llegamos hasta “el molino”...la cagada fue que en esas épocas había alguien custodiando el campo y nos largó una jauría de perros y los muy malditos nos corrieron...ay! por Dios que manera de correr!! Yo tenía miedo que uno de los perros la agarrara a Pauli que era chiquita, la tomé de la mano y la llevé flameando como si fuera una banderita! pobrecita mi Pachecito!!! En el camino perdimos un zapato...pero ni a palos ibamos a regresar!!

Y hacer casitas en otoño cuando todos los vecinos podaban los árboles (que fea costumbre cortarle las ramas a los árboles!!!) pero bueno, en esa época teniámos material de sobra para construir nuestras casitas!!!

A veces salíamos a pescar ranas en la zanja de casa, otras veces a pescar mojarritas en la "ripiolita" (ahi nos llevó creo que Roberto, porque estaba muy lejos "del otro lado", mucho más allá de los límites permitidos para explorar solas!)

Mi Universo era eso, a veces los límites se extendían un poco, como si fueran las paredes de un globo, cada vez que emprendíamos ese largo viaje en tren hasta Buenos Aires con mi mamá y/o mi papá para ir al médico (que me llevaban con mucha frecuencia porque tenía un agujerito en el corazón y me enfermaba mucho) o para ir a visitar a mis abuelos a quienes yo no quería mucho porque no eran muy cariñosos conmigo.

Ahora de grande, cada tanto, cuando ando medio triste y necesito recuperar mis energías a solas me escapo al boquecito que está yendo hacia “el otro lado”.
Y ahí a solas vuelvo a ser YO MISMA, la nena salvaje que corría explorando ese campo sin límites, o me trepo otra vez a los ombúes donde algunas veces hicimos nuestras casitas.
Pero a veces siento mucha nostalgia en ese lugar, hay muchas pérdidas irremplazables en mi vida...estoy ahí, y si..extraño a Nicky, extraño a Carla..te extraño a vos. Para mí es uno de mis refugios en donde puedo reconectar nuevamente con mi verdadera esencia.
Eve

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