El otro día me decías que querías dedicarle un post a Robert, por lo que había significado en tu vida... ahí va mi dedicado... a la Niki.
Empezó como "esta es la señora que te va a cuidar" y mi mamá me dejaba en tu casa mientras ella se iba a trabajar.
Niki... tengo su voz metida en mí... Carrito, qué pasa?
Niki hacía pan y chuño con chocolate. El pan lo amasábamos en el piso y ella lo cocinaba lleno de tierra como estaba y eran los panes más ricos del mundo. El chuño no se si me gustaba, pero lo ponía en unas compoteras de metal y nos tenía vigiladas para que no los sacáramos de la heladera antes de tiempo. (Pache, VOS!!! la ladrona de chuños!)
Niki me sacaba los piojos al sol y se reía por que era un trabajo de nunca terminar. Decía que le íbamos a cobrar ami mamá 5 centavos por cada liendre viva.
Niki hacía sopa de letras y nos escribía el nombre en el borde del plato. EVELINA, CAROLINA, PAULA... el nombre completo, nada de lo hago rapidito para que no jodan.
Niki limpiaba la casa y escuchaba a Guerrero Martineitz (no se cómo se escribe) y en el silencio de la siesta mientras ustedes iban al cole (yo iba a la mañana) yo sentía el olor del Pinoluz y la risa de Guerrero y Niki cantaba cuando venía la música.
Niki te decía "no podes comer sólo galletitas, mirá Carrito como se come las papas fritas" y vos te enojabas y decías que las papas fritas no te gustaban y yo pensaba que si llegabas a decir que tampoco te gustaba el dulce de leche, seguro que estabas mintiendo.
Niki cosía y me hacía camperas abrigadas. Y tenía una tijera prohibida que cortaba hasta un dedo y creo que eso lo sabes muy bien porque alguna vez te cortaste y alguna otra vez, metiste el dedito en la máquina industrial.
Niki tenía unas cortinas con cuadraditos que se convirtieron en una capa para mí el día que fuimos a bailar con la comparsa a La república de los niños.
Niki me preguntaba "y tu viejo? te llamó?" y cuando yo decía no, resoplaba y por lo bajo puteaba y puteaba, pero se ve que yo ponía alguna cara, porque ella en seguida dejaba de putear y me abrazaba.
Cuando se fue yo estaba en Córdoba, sola en un hotel, y lloré a lágrima viva, pensando en qué sentido tendría volver a ir a Hudson alguna vez si Niki no iba a estar.
Y un día te llamé y tu papá me retó... porque yo te había dejado sola y vos me necesitabas (no se si sabes esto) y yo le dije que yo tambien la extrañaba a Niki y hubo un silencio largo.
Como es tu mamá, seguramente vos tendrás recuerdos de retos y discusiones, como tenemos todas con nuestras mamás. Pero si alguna vez alguien se pregunta por qué das clases de apoyo sin que nadie te lo pida y no les cobrás, o porqué tenes alumnos como hijos que saben que pueden contarte lo que les pasa... creo que una parte de la respuesta es porque la Niki te mostró cómo.
martes, 28 de abril de 2009
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4 comentarios:
Pertenezco a la segunda generación de vainillas. Yo me acuerdo (tendría 4 años) cuando en la siesta me decían: "Tenés que pedir permiso para salir a jugar...." y yo esperaba que mi mamá se durmiera, abría la puerta y decía: Permiiiisooooooo... Y corría a lo de Niki que me convidaba "chunior" que devoraba feliz (mi suegra- paraguaya ella- me volvió a ofrecer esa dulce experiencia)
Me acuerdo del karting de Pipi, de los baldasos de agua en carnaval desde arriba de la pared de Brian,... Se acuerdan de ese juego de postas que se organizó en la escuela? De la banana frita y la hormiga blanca que había que encontrar? que divertido!!!
Muchos Besos
Ceci
Hola Ceci!!!
Lo de permiiiiiso era genial, yo te ví!
Me había olvidado de la carrera de postas, tendremos que postearlo tambien.
Besos
Tengo fotos de esa carrera de postas!!! :) estuvo buenisimaaa!
Besotes a ambas!
Y Ceci, si te va la convencemos a la Pau y les abrimos la sucursal de vainillita y chocolatito! :)
a la hormiga había que llevarla en una caja de fósforos y creo que había que medir un bache también
yo a niki me la acuerdo en el tren, en la consultora con cristina y mirta, en un acto con zamora que la presentó como "la dirigente barrial Niki" no tuve la relacion que ustedes tenían pero me la acuerdo como muy lúcida y cálida. el día que se murió compartimos una torta que había dejado en el horno y eso me parece que es un buen epitafio para una vida.
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